martes, 7 de octubre de 2014

Opinión Clasicismo

Esta etapa musical, siento que es muy importante ya que las cosas simples se convierten en maravillas, a excepción de algunos compositores, como Mozart, las canciones eran simples, no eran tan ornamentadas como en le periodo barroco.

También es música muy bien estructurada entre melodía y armonía, es más clara, eso me gusta porque así es más fácil poder apreciar todos los sonidos, aunque también me gusta la rapidez de algunas obras, ya que a mi parecer es más simple comprender lo, a diferencia de lo lento que es algo más complicado.


Me gusta esta época ya que las canciones se componen en escalas mayores y esto hace que la música sea alegre, ya que los sonidos son más naturales y sutiles. Lo que tal vez no me gusta es que de tan simple que son algunas piezas llegan a ser un poco tediosas al escuchar y hay veces en que caen en la monotonía, algo que no me gusta.


Mi compositor favorito es Mozart, aunque también los incios de Beethoven como compositor clásico me gustan bastante.

Sonata para piano Nº 11 K 331

Wolfgang Amadeus Mozart, me agradó mucho porque, siempre trata de innovar su propia música, y eso me agrada, ya que todo lo monótono siempre aburre, al menos no es mi estilo. Elegí esta sonata porque el tercer movimiento "Alla Turca" siempre me ha gustado, desde que era niño.

La sonata en si, me produce una sensación de no caer, de no rendirse, de seguir siempre adelante, aún haya muchos problemas y dificultades, siempre hay una forma de salir adelante.

El primer movimiento, me gusta por su gran diversidad de sonidos, es fantástica. A mi parecer, es una gran influencia para Beethoven.

El segundo movimiento es un poco más lento, es un poco más lenta a comparación de los otros dos movimientos, pero la lentitud no quiere decir que sea mala, al contrario, se aprecia más cada uno de los sonidos. Esta movimiento es lento, pero te atrapa, como las historias interesantes.

El último movimiento y mi favorito, me da un sensación de victoria, de que todo es posible y todo se pude cumplir.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Wolfgang Amadeus Mozart


Compositor austríaco nacido en Salzburgo el 27 de enero de 1756. Sus prodigiosas dotes musicales fueron pronto observadas por su padre, Leopold, que decidió educarlo y, simultáneamente, exhibirlo (conjuntamente con la hermana grande Nannerl --Maria Anna--) como fuente de ingresos. A la edad de seis años, Mozart ya era un intèrprete avanzado de instrumentos de tecla y un eficaz violinista, al mismo tiempo que demostraba una extraordinaria capacidad para la improvisación y la lectura de partituras. Aún hoy en día se interpretan cinco pequeñas piezas para piano que compuso a aquella edad.
El año 1762 Leopold comenzó a llevar a su hijo de gira por las cortes europeas. Primeramente a Munich y a Viena y, en 1763 los Mozart emprendieron un largo viaje de tres años y medio que supuso para el pequeño Wolfgang valiosas experiencias: conoció la cèlebre orquesta y el estilo de Mannheim, la música francesa en París, y el estilo galante de J.Ch. Bach en Londres. Durante este periodo escribió sonatas, tanto para piano como para violín (1763) y una sinfonía (K.16, 1764).
Ya de regreso a Salzburgo, continuó sus primeras composiciones, entre les cuales encontramos la primera parte de un oratorio, Die Schuldigkeit des ersten Gebots (La obligación del Primer Mandamiento), la ópera cómica La finta semplice, y Bastien und Bastienne, su primer singspiel (tipo de ópera alemana con partes recitadas). El año 1769, con 13 años, era nombrado Konzertmeister del arzobispado de su ciudad.
Después de unos cuantos años en casa, padre e hijo marcharon a Italia (1769-71). En Milán, Mozart conoció al compositor G.B. Sammartini; en Roma, el Papa lo condecoró con la distinción de Caballero de la Espuela de Oro y en Bolonia contactó con el padre Martini y realizó con éxito los exámenes de acceso a la prestigiosa Accademia Filarmonica. El año 1770 le encargaron escribir la que es su primera gran ópera, Mitridate, re di Ponto (1770), escrita en Milán. Con esta obra, su reputación como músico se hizo aún más patente.
Mozart volvió a Salzburgo en 1771. De los años inmediatamente posteriores datan los primeros cuartetos para cuerda, las sinfonías K.183, 199 y 200 (1773), el concierto para fagot K.191 (1774), las óperas La finta giardiniera e Il re pastore (1775), diversos conciertos para piano, la serie de concirtos para violín y las primeras sonatas para piano (1774-75).
En 1777 Mozart marchó hacia Munich con su madre, Anna Maria. A la edad de veintiún años Mozart buscaba por las corte europeas un lugar mejor remunerado y más satisfactorio que el que tenía en Salzburgo bajo las órdenes del arzobispo Colloredo, pero sus deseos no se cumplieron. Llegó a Mannheim, capital musical de Europa por aquella época, con la idea de conseguir un puesto en su orquesta, y allí se enamoró de Aloysia Weber. Posteriormente Leopold envió a su esposa e hijo a París, donde éste estrenó la sinfonia K.297 y el ballet "Les petits riens". La muerte de su madre en la capital francesa en 1778, el rechazo de Weber -después del segundo encuentro de Mozart con la familia- y el menosprecio de los aristócratas para los que trabajaba, hicieron que los dos años transcurridos entre su llegada a París y el retorno a Salzburgo en 1779 fueran un periodo muy difícil en su vida.
Durante los años siguientes compuso misas, las sinfonías K.318, 319 y 338 y la ópera Idomeneo, re di Creta (Munich, 1781), influída por Gluck pero con un sello ya totalmente propio.
El año 1781, Mozart rompe sus relaciones laborales con el príncipe-arzobispo de Salzburgo y decide trasladarse definitivamente a Viena. Allí compone el singspiel Die Entführung aus dem Serail (El rapto en el serrallo), encargada en 1782 por el emperador José II.
Este mismo año se casa con Constanze Weber, hermana pequeña de Aloysia; juntos vivieron frecuentemente perseguidos por las deudas hasta la muerte de Mozart.
De esta época data su amistad con F.J. Haydn a quien le dedicó seis cuartetos (1782-85); estrenó también la sinfonía Haffner (K.385, 1785) y otras obras, de expresividad muy superior a la de la música de su tiempo. La llegada de Lorenzo da Ponte a Viena le proporcionó un libretista de excepción para tres de sus mejores óperas: Le nozze di Figaro (1786), Don Giovanni (1787) y Così fan tutte (1790). Muerto ése año Gluck, el emperador José II concedió el cargo de kapellmeister a Mozart, pero redujo el salario, hecho que impidió que saliese del círculo vicioso de deudas. Estas crisis se reflejaron en obres como en el quinteto de cuerda K.516, en las tres últimas sinfonías (K.543, 550 i 551, Júpiter, del 1788), los últimos conciertos para piano, etc., contribuciones ingentes a estos géneros. Los años finales Mozart escribió sus últimas óperas, Die Zauberflöte (La flauta mágica) y La Clemenza di Tito, (1791) -escrita con motivo de la coronación del nuevo emperador Leopold II-. Precisamente mientras trabajaba en La flauta mágica, con libreto de Emmanuel Schikaneder, el emisario de un misterioso conde Walsegg le encargó una misa de réquiem. El Réquiem en Re menor K.626, inacabado por la muerte de Mozart -el 5 de diciembre de 1791- fue su última composición, acabada por su discípulo F.X. Süssmayr.

Supuesta rivalidad con Salieri

Ocurrió en los años alrededor de 1790 que Mozart, entonces en la cima de la fama, acusara a Salieri, cuya popularidad decaía, de plagio y de querer atentar contra su vida. Según el historiador Alexander Wheelock Thayer, las sospechas de Mozart podrían tener origen en un episodio ocurrido diez años antes, cuando Mozart vio cómo Salieri le quitaba el puesto de profesor de música de la princesa de Wurtemberg.
Cuando la ópera de Mozart Las bodas de Fígaro tuvo en principio un juicio negativo tanto del público como del propio emperador, el compositor acusó a Salieri del fracaso y de haber boicoteado el estreno («Salieri y sus acólitos moverían cielo y tierra con tal de hacerlo caer», comentará el padre de Mozart, Leopold, refiriéndose al primer fracaso de su hijo, fracaso solo temporal, como demostrará más adelante el éxito de esta ópera). Pero en aquella época Salieri estaba ocupado en Francia con la representación de su ópera Les Horaces, por lo que es improbable que realmente haya tenido la posibilidad de decidir a esa distancia el éxito o el fracaso de una ópera.
Mucho más probablemente (y siempre siguiendo a Thayer), quien debió de instigar a Mozart contra Salieri podría haber sido el poeta Giovanni Battista Casti, rival del poeta de la corte Lorenzo da Ponte, autor del libreto de Figaro. Una confirmación indirecta de hasta qué punto esta disputa entre Mozart y Salieri pudo haber sido algo artificialmente montado está en el hecho de que, cuando en 1788 éste es nombrado Kapellmeister, en lugar de proponer para la ocasión una de sus óperas prefirió reeditar Las bodas de Fígaro.

Mozart se ha considerado el compositor más destacado de la historia de la música occidental y su influencia fue profundísima, tanto en el mundo germánico com en el latíno; su extensa producción incluye casi todos los géneros (desde el lied y las danzas alemanas hasta los conciertos para instrumento, las sinfonías y las óperas), y en cualquiera de ellos podemos encontrar obras maestras que nos hacen recordar la apasionada opinión de Goethe al referirse al compositor: "¿Cómo, si no, podría manifestarse la Divinidad, a no ser por la evidencia de los milagros que se producen en algunos hombres, que no hacen sino asombrarnos y desconcertarnos?".

PERIODO CLÁSICO



Se le llama Clasicismo ya que intentó volver a las formas clásicas, Griegas y Romanas, como la belleza en la sencillez. O sea, que en lo simple está lo bello y no en perderse en el laberinto de ornamentos del Barroco.

El Clasicismo se nutre de las ideas Renacentistas. 

Se busca el equilibrio entre la estructura y la melodía.
Surgen movimientos mas sobrios auditivamente, no tan densos como en el barroco. La fuga desaparece casi por completo. Es retomada hacia el final del mismo en el Requiem de Mozart y en las Sinfonías de Beethoven.

El bajo continuo se transforma. Los instrumentos y los instrumentistas están mas desarrollados, por lo tanto se pueden hacer obras más complejas de ensamblar.

Surgen en esta epoca dos instrumentos que enamoraron a los compositores: el clarinete y el Forte piano (que luego evolucionará en el piano)

Lo clásico se caracteriza como una música que a pesar de ser compleja para el intérprete tiene que sonar fácil.

En los conciertos para instrumento y orquesta empieza lo que se llama Cadenza. Que es un segmento improvisado por los músicos inspirados en la obra.

Ya en 1814 el escritor Ernst Theodor Amadeus Hoffmann reconoció la originalidad e integridad del lenguaje y observó que el nuevo arte de Haydn, Mozart y Beethoven tuvo sus orígenes a mediados del siglo XVIII. Uno de los estilos más influyentes a partir de la década de 1720 fue el rococó (o estilo galante), cultivado principalmente en Francia. El llamado estilo expresivo (empfindsamer stil) surgió algo más tarde, y estuvo básicamente asociado a los compositores alemanes. Ambos estilos se desarrollaron a partir de la práctica difundida en el barroco de poner el mayor interés melódico en las voces exteriores. La importancia de la voz del bajo disminuyó de forma radical, dado que su papel quedó relegado al de mero soporte de la línea melódica principal en la voz superior. Rococó fue un término utilizado, en un principio, para designar los elaborados ornamentos de decoración e interiorismo cultivados en Francia durante el periodo de la Regencia. Galante era el término popularmente utilizado para indicar lo moderno, inteligente y sofisticado. En la música, el estilo del rococó siguió perteneciendo a la aristocracia, mientras que el estilo expresivo lo era esencialmente de la clase media, transformando los afectos del barroco en sentimientos individuales. Ambos lenguajes fueron absorbidos más adelante dentro del estilo clásico.

Por lo tanto en el Clasicismo había predominio de la Melodía y la armonía servía de acompañamiento.

La melodía se mantenía usualmente en una misma voz o de un instrumento en un instrumento. Pocas veces se hacían melodías mezcladas entre varios instrumentos tal como se usó en el Romantico

En la ópera, surge la comedia, historias que causan risa en el público, un compositor destacado es Mozart. Donde cuenta la historia de Don Giovanni (Don Juan), un mujeriego empedernido.

O todas las peripecias por las que pasa Fígaro en su boda, las infidelidades, etc. En las bodas de Fígaro y no por eso se pierde la calidad musical, sino que busca una mayor fusión entre la ópera y el teatro.

La cualidad fundamental en este periodo es el equilibrio, que distingue a todo arte clásico, entre armonía y melodía, entre forma y expresión; el ajuste perfecto de todos los elementos, físicos y espirituales, que integran el edificio sonoro. Razón, imaginación y sensibilidad se enfrentan y complementan en un acuerdo perfecto. 



Según afirma, con inmejorables aciertos, el compositor argentino Jorge D’Urbano: ...en pleno siglo XVIII, en Viena, la ciudad más hermosa y musical de Europa, donde la escuela clásica encuentra sus dos representantes más extraordinarios: Haydn y Mozart. Mucha música se escribirá después, genios de talento infinito enriquecerán nuestra herencia artística, pero ya nunca volverá a encontrarse el secreto mágico de ese equilibrio misterioso que aureola la obra de estos dos titanes. El idioma lo impone el gusto del día, pero los pensamientos corren debajo con fuerza arrolladora y nos llegan con la misma frescura y encanto que tuvieron cuando fueron escritos sobre el pentagrama. Haydn y Mozart representan uno de esos momentos cumbres en la historia de cualquier arte, donde, de pronto, se cristaliza la perfección. Es inútil tratar de analizar, investigar o escudriñar, para descubrir las líneas internas que la hacen posible. La casi increíble sabiduría que dan estas dos obras, está elegantemente disfrazada con el manto más difícil de obtener: la naturalidad. La música fluye sin descanso y sin violencias. Sabemos que la forma está presente, que los materiales han sido medidos con escrupulosidad minuciosa, que los instrumentos han sido tratados con un conocimiento de sus recursos que llega a lo inaudito. Sabemos que detrás de este arte, en apariencia tan espontáneo, se esconde una maestría sin par. Pero lo que anima es algo más que una técnica sin fallas; su inmaculada gracia supera toda previsión. Es un hecho espiritual sin posible reedición.
Esta época estuvo marcada por otras artes como la escultura y la pintura como también por la arquitectura y las artes decorativas quienes mostraron un especial desarrollo; a este estilo se le llamó Neoclasicismo; floreció en Europa y Estados Unidos aproximadamente desde el año 1750 hasta comienzos de 1800 y se inspiró en las formas grecorromanas. Más que un resurgimiento de las formas antiguas, el neoclasicismo relaciona hechos del pasado con los acontecidos en su propio tiempo. Los artistas neoclásicos fueron los primeros que intentaron reemplazar la sensualidad y la trivialidad del rococó (período anterior) por un estilo lógico, de tono solemne y austero. Cuando los movimientos revolucionarios establecieron repúblicas en Francia y en América del Norte, los nuevos gobiernos republicanos adoptaron el neoclasicismo como estilo oficial porque relacionaban la democracia con la antigua Grecia y la República romana. Más tarde cuando Napoleón I subió al poder en Francia, este estilo se modificó para servir a sus necesidades propagandísticas. Con el nacimiento del movimiento romántico la prioridad por la expresión personal sustituyó al arte basado en valores ideales.


Criterios estéticos y estilísticos del clasicismo

En la música se suceden cambios en las grandes formas y, así, mientras desaparecen la suite coral, el preludio, el concerto grosso, la fantasía, la antigua cantata, la tocatta y la fuga, aparecen la sonata y la sinfonía, y se mantienen la variación y el oratorio. Se suprimen también el bajo continuo y la armonía compleja. Ahora el estilo es homófono o vertical (no contrapuntístico), la melodía es clara y sencilla y los ritmos no buscan el contraste sino que son regulares y unitarios. Hay un claro predominio de la música instrumental frente a la vocal. Sus máximos exponentes son Mozart (quien realizó "La flauta mágica"), Haydn ("La creación") y Beethoven (nueve sinfonías, conciertos para piano y orquesta)